domingo, 20 de dezembro de 2009

El fin de las ideologías

Por Gregorio Baremblitt


Cuando alguno años atrás el escritor norte americano Fukuyama anunció en un libro que tuvo mucha repercución, "El fin de las idelologías". Creo que no fué debidamente comprendido. Pero lo que es más interesante, creo que él mismo no se comprendió.
Lo que él anunciaba era el final de los discursos y textos que, dada la oposición radical entre las esencias y las apariencias, estaban destinados a que las segundas ocultasen o deformasen a las primeras.
En otras palabras y dicho especialmente para el campo de la sociología política y para la economía: las ideologías, que, por ejemplo los marxistas decían que "consistian en la representación imaginaria que los sujetos se hacían con sus condiciones reales de existencia".... según Fukuyama, si no habían dejado de existir , iban en camino de perder completamente su sentido y sus funciones.
Esas funciones consistian, entre otras, en ocultar la explotación del modo de producción capitalista y de la dominación y mistificación que la democracia llamada burguesa ocultaba en las supuestas libertades constitucionales de las sociedades "liberales".
El malentendido en Fukuyama, consistia en que el autor describia bastante adecuadamente la forma en que el modo-regimen-sistema capitalista se refería abiertamente a la extracción de plus valía, al lucro, al interés y la renta que la propiedad privada de los medios de producción, de acumulación de dinero y del alquiler de las propiedades inmuebles daba indiscutiblemente a los propietarios del capital industrial, financiero y latifundiario. Como Fukuyama estaba, y está, convencido de que este modo-regimen-sistema asegura la igualdad de oportunidades para todos, él interpretaba el fin de las ideologías como resultado de que no era mas necesario ocultar nada de nadie porque todas las clases, grupos, movimentos y personas tenían claro como las cosas funcionaban y aceptaban las reglas de juego En otras palabras: "todo el mundo" aceptaba el darwinismo económico político social cultural, y la represion como necesaria para mantener el juego dentro de las citadas reglas.
El percurso del neo-liberalismo y de la globalización dieron la razón a Fukuyama y a otros autores afines, por lo menos en el aspecto de que no era necesario ocultar nada ni convencer a nadie de que las modalidades post-modernas de exploración y dominacion no precisaban ser ocultadas ni distorcionadas por las ideologías. El imperio del cinismo se había implantado plenamente.La idea de que la "vida es así" porque la naturaleza humana y la de la realidad en general es "así mismo" hacía desnecesaria en el teatro de la existencia todo "decorado" y todo telón o juego de luces ideológicos.
El Estado, el gobierno, las corporaciones, los partidos políticos, los sindicatos, las iglesias, los medios de comunicación de masas, con pequeños adornos, no ocultaban más nada, porque no era preciso. En el mejor de los casos esas entidades acusaban abiertamente "casi" toda la violación de la ley, pero sin cuestionar jamás el papel de la ley como regla del juego.
El capitalismo, su democracia y su cultura habian por fin alcanzado el estadio de "tómelo o déjelo", porque era " la menos peor de las opciones".
Ni la terrible crisis contemporánea, que, entre otras cuestiones, revelaba la inmanencia entre capitalismo y gansterismo, llegaron a cuestionar las bases de esa organización de la vida.
Lo que Fukuyama y compañia nunca percibieron, o si percibieron se cuidaron muy bien de declarar es que la más eficaz y detestable de las ideologías, consiste en proclamar, no exactamente sus falsedades y engaños, sino su prescindibilidad. Quien no tiene "nada que ocultar" en porque tiene tanto poder y tanta complicidad que no necesita mentir, más aún, parece haber superado la diferencia entre la verdad y la mentira.
El general Juan Domingo Perón , lider argentino que perfeccionó las ideas, estrategias y tácticas de Mussolini, Franco, Stalin y Vargas, entre algunas de sus "geniales" lemas contaba el que decía que "La unica verdad es la realidad". Proféticas palabras las de un extraodinario demagogo.
Cuando una ideología ha sido tan bien concebida y articulada que llega a decir mucho más de que es "verdadera", sino que es la "realidad" en si misma, no se trata de que no sea más necesaria, sino que se ha extinguido por completo la capacidad de defender que es preciso que haya varias, mas o menos verdaderas.
Tal vez por eso el lema de Movimientos tales como los de la Economía Solidaria, que postulan que "otro mundo es posible" tendrían que pensar seriamente si no sería mas interesante cambiar esa fórmula. La fórmula empleada deja la impresión de que solo hay un mundo-otro posible, y que es posible tomando como referencia éste mundo real, que es tan verdadero que ni siquiera precisa de ideologías. Tal vez tendría algun sentido un lema plural; "Infinitos mundos".... y no se trata de que sean posibles, son esos mundos los que son reales y lo que pasa es que no somos todavía capaces de enunciar ni su verdad ni su ideología, que quizá, por primera vez, coincidan plenamente.

Um comentário:

Tania Montandon disse...

¿Cómo se puede vivir en el mundo real, la realidad, donde no hay ley que funcione? Es cierto que hay otros mundos, el homo-sapiens, el homo-fage, el homo-ludens, donde no hay prisión de la cultura, de la historia personal o la presión externa. Hay infinitos mundos! Lo peor no puede ser lo real, pero no es lo mejor que hay en la vida