Algunos episódios acontecidos em el Brasil parecen , realmente, sacados del Teatro del Absurdo.
Um fazendeiro declaro públicamente que um ministro (que había conseguido sancionar um decreto de protección al médio ambiente que afectaba los intereses del citado fazendeiro) era um “ viado” y que “si llegase por sus playas ( las del fazendeiro) lo estupraria em la via pública “(sic).
El ministro respondió que esa amenaza era um dato muy importante porque “permitiría localizar a un supuesto estuprador de la localidad del fazendeiro” (sic).
El mencionado ministro reaccionó a la terrible falta de respeto (no por lo de “ viado”) sino por la injuria, por la calumnia, la amenaza grave etc. con un estilo inglés que es admirable, pero absolutamente inaceptable. Esa respuesta bien humorada puede hasta ser una lección de tolerancia y de civismo para el pueblo brasilero, pero es una especie de complicidad con una falta descarada de consideración a las jerarquías constitucionalmente elegidas. Por otra parte es fácil imaginar lo que ese fazendeiro hace con los integrantes de MST cuando los captura.
No estoy aquí proponiendo que el ministro pague a un yagunzo para que estupre al fazendeiro; eso sería muy antiestético y se correría el peligro de que al fazendeiro le guste. Eso sería dar no solo “la otra mejilla”, sino castigar un pecado con un placer.
Entretanto los políticos arqui-sospechosos de malversación de fondos, contrabando de dinero, defraudación al fisco, falsedad ideológica, formación de cuadrilla, etc . responden valientemente y públicamente a esas acusaciones y continúan haciéndolo asi a través de su abogados defensores en procesos tan prolongados que generalmente acaban con la plácida y afortunada muerte del acusado.
La amenaza de ese fazendeiro, difundida por la prensa, es una prueba de que
el Brasil no es todavía una Nación rigurosamente integrada sino un tablero de retazos y “grotones” autocráticos frente a los cuales ni el Poder central, ni los populares locales, tienen la menor influencia.
Um fazendeiro declaro públicamente que um ministro (que había conseguido sancionar um decreto de protección al médio ambiente que afectaba los intereses del citado fazendeiro) era um “ viado” y que “si llegase por sus playas ( las del fazendeiro) lo estupraria em la via pública “(sic).
El ministro respondió que esa amenaza era um dato muy importante porque “permitiría localizar a un supuesto estuprador de la localidad del fazendeiro” (sic).
El mencionado ministro reaccionó a la terrible falta de respeto (no por lo de “ viado”) sino por la injuria, por la calumnia, la amenaza grave etc. con un estilo inglés que es admirable, pero absolutamente inaceptable. Esa respuesta bien humorada puede hasta ser una lección de tolerancia y de civismo para el pueblo brasilero, pero es una especie de complicidad con una falta descarada de consideración a las jerarquías constitucionalmente elegidas. Por otra parte es fácil imaginar lo que ese fazendeiro hace con los integrantes de MST cuando los captura.
No estoy aquí proponiendo que el ministro pague a un yagunzo para que estupre al fazendeiro; eso sería muy antiestético y se correría el peligro de que al fazendeiro le guste. Eso sería dar no solo “la otra mejilla”, sino castigar un pecado con un placer.
Entretanto los políticos arqui-sospechosos de malversación de fondos, contrabando de dinero, defraudación al fisco, falsedad ideológica, formación de cuadrilla, etc . responden valientemente y públicamente a esas acusaciones y continúan haciéndolo asi a través de su abogados defensores en procesos tan prolongados que generalmente acaban con la plácida y afortunada muerte del acusado.
La amenaza de ese fazendeiro, difundida por la prensa, es una prueba de que
el Brasil no es todavía una Nación rigurosamente integrada sino un tablero de retazos y “grotones” autocráticos frente a los cuales ni el Poder central, ni los populares locales, tienen la menor influencia.
Um comentário:
La ley de Murphy es lo que funciona mejor...
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