Partimos de la base de que el capitalismo planetario integrado, con un modo de producción capitalista libremente competitivo, un régimen político democrático representativo y una cultura de autonomía de pensamiento y expresión, no existe plenamente en parte alguna.
No se trata apenas de que la enorme mayoría de los países del mundo no están ni siquiera cerca de lo que se acostumbra a llamar social democracias, se trata de que la tónica dominante en el mundo actual es el neoliberalismo, productiva, gobernamental, cultural y subjetivamente hegemónico, imperialista, belicista etc.
En un panorama asi, entre otras infamias inumerables se cuenta una muy interesante. La lógica y la ética falsas de la "libre competición" hace que cada uno haga la propaganda necesaria para "vender su pez", siempre que se abstenga de atacar demasiado frontalmente a la mercadería o servicio de los otros concurrentes. La crítica, especialmente cuando se trata de críticas combativas e intensas, es inmediatamente encuadrada como " competencia desleal", es decir, una mercadería más que, para venderse, ataca anti-eticamente a los concurrentes.
Esa definición descalificadora genera una decadencia de la crítica, a no ser de aquella que critica obviedades o de la que critica la crítica auténticamente revolucionaria.
Parece mentira, pero ese sofisma da bastante resultado!
GREGORIO BAREMBLITT
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